Una persona de 17 años que me dice, sin palabras, que quiere crecer, que se quiere separar de su progenie... Salir de su casa (buena, mala o regular), era cambiar un destino que había sido escrito a fuego antes de esta persona nacer. Su única alternativa, como una flecha marcada.
El precio que paga por hacerse mayor y escribir su historia le va a pasar una factura costosa de asumir. Eso hago yo, de contable que le ordena los papeles y le recuerda cuándo y dónde acudir a la hora de rendir cuentas al hemisferio derecho.
Lo que no sabe esta persona es que es más libre que muchos otros que no pueden ni plantearse el pensar opciones diferentes de las que tienen delante de sus narices.
Hoy hablamos de Shakespeare y Cervantes.
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